Muchas hipótesis y una sola certeza: 11 asesinatos
Los vacíos y puntos grises del comunicado expedido por las Farc y la explicación formal dada por el Gobierno, no permiten esclarecer cómo se produjo la muerte de los plagiados. Por lo mismo, son múltiples los escenarios circunstanciales sobre los que se puede especular.
El Nuevo Siglo
Aquí los principales
DE LAS circunstancias en que la guerrilla de las Farc asegura que se produjo la muerte de los 11 diputados secuestrados, la que más produce incertidumbre y genera dudas es la referencia a que las muertes se dieron en medio del fuego cruzado con un “grupo armado sin identificar”, que atacó el campamento en el que eran mantenidos en cautiverio los dirigentes políticos secuestrados en abril de 2002.
¿Un “grupo armado sin identificar”? Esa expresión nunca había sido utilizada por las Farc en sus comunicados, en gran parte porque deja en evidencia que el frente subversivo fue débil en el control de su área y sorprendido por el ‘enemigo’, que incluso pudo llegar hasta su campamento central, el cual, se supone, debía estar resguardado por anillos de seguridad externos, dado que la misión del frente insurgente respectivo era custodiar a secuestrados clave para forzar al gobierno Uribe a un despeje militar para negociar un ‘canje’ o un acuerdo humanitario, que ha sido la principal obsesión del Secretariado en los últimos cinco años.
Bajo esta tesis, es de suponer que el campamento en donde estaban los diputados debía estar muy bien resguardado, tanto en materia de hombres como de armas. Incluso, según lo dicho por el hoy canciller Fernando Araújo – que escapó hace seis meses de las Farc en Bolívar, tras seis años de plagio – y el subintendente Jhon Pinchao – que también se evadió de la guerrilla en el Guanía, tras ocho y medio de plagio -, la orden de la cúpula subversiva es que por cada secuestrado haya, por lo menos, cinco insurgentes en el respectivo campamento.
Así las cosas, a los diputados los debían estar vigilando no menos de 50 guerrilleros, los cuales – además – estaban advertidos (después de lo que pasó con Araújo y Pinchao) de que si alguno de los cautivos lograba fugarse o era rescatado, la pena que sería impuesta a los insurgentes por el Secretariado de las Farc sería el paredón de fusilamiento.
La pregunta que surge es obvia ¿Qué grupo armado tiene la capacidad en Colombia para adentrarse en una zona de presencia insurgente, llegar hasta un campamento bien custodiado y poder combatir con no menos de 50 subversivos?
Los militares
Obviamente la búsqueda de una respuesta a ese interrogante obliga a mirar, primero, a las Fuerzas Militares.
Si bien, tras el fallido operativo de rescate del gobernador de Antioquia y el ex ministro de Defensa (en Urrao, marzo de 2003), el presidente Álvaro Uribe dio la orden de que cualquier intento de recuperación de los plagiados debía ser informado previamente a los familiares de los cautivos, también debe tenerse en cuenta que en los últimos meses el Jefe de Estado ha urgido, e incluso exigido, en muchas ocasiones a la Fuerza Pública que adelanten operativos para lograr la libertad de los plagiados por la guerrilla.
Además, tal como pasó con el ataque a Casaverde (principal campamento de las Farc) en diciembre de 1990, cuando el entonces presidente César Gaviria dijo que no podía haber ningún lugar vetado para el accionar de la Fuerza Pública, Uribe ha insistido a los comandantes del Ejército, la Armada, la Policía y otros organismos de seguridad que ‘rastreen’ todo el país para localizar a los secuestrados.
Incluso, no en pocas ocasiones el Jefe de Estado se quejó ante la cúpula castrense y policial de cómo era posible que muchas personas y periodistas pudieran acceder al lugar en donde estaban los plagiados, pero que los uniformados no lograban siquiera acercarse a estos sitios.
¿Será que algún contingente militar logró esto último con relación al caso de los diputados y vio la posibilidad de dar un ‘golpe de mano’ a la guerrilla y ganarse un positivo castrense de alta significancia, el mismo que se hubiera dilatado al informar previamente a la cúpula castrense y gubernamental de la acción que se iba a desarrollar? Esa pregunta se la hacían ayer varios de los familiares de los diputados asesinados.
Sin embargo, no hay que olvidar que, por lo general, las Farc en sus ‘partes de guerra’ siempre identifican a la Fuerza Pública con la cual entraron en combate, hasta el extremo de señalar con nombre propio la compañía o batallón respectivos.
El hecho de que en el comunicado del “Comando Conjunto de Occidente” de las Farc se hable de “grupo militar sin identificar” evidencia que quienes atacaron el campamento subversivo – si es verdad que esta incursión se produjo – no tenían insignias ni otros elementos distintivos que permitieran saber a qué grupo armado pertenecían.
Se trata de un hecho no sólo extraño sino grave, porque los grupos de combate de la Policía, el Ejército y la Armada siempre llevan sus insignias a la vista, e incluso utilizan, al momento de la inminencia del intercambio de disparos, pañoletas y otros elementos para evitar que en el fuego cruzado las tropas oficiales se ataquen entre ellas.
El hecho de que no haya una acusación directa a la Fuerza Pública como presunta autora del ataque, es ya de por sí muy diciente. Si las Farc tuvieran la mínima sospecha de participación de las Fuerzas Militares en el hecho (incluso con personal de incógnito), no habrían dudado en hacer el respectivo señalamiento, al menos para ‘salvar’ algo de la grave culpabilidad que les acarrea la muerte de los 11 diputados.
Otras hipótesis
Una segunda hipótesis llevaría a pensar que el ataque al campamento subversivo – si éste se produjo en realidad – fue perpetrado por grupos paramilitares emergentes, tipo ‘Águilas Negras’.
Sin embargo, está demostrado que esta clase de organizaciones ‘paras’ no son fuerza de choque, ni poseen el suficiente entrenamiento militar para atreverse a entrar en combate con un grupo guerrillero y menos aún en zonas de alta montaña, en donde se presume estaba el campamento subversivo.
Otra hipótesis apunta a que el “grupo armado sin identificar” sería uno al servicio del narcotráfico, cuya presencia en el Valle ha sido denunciada desde hace varios años. Sin embargo, esta opción es poco probable, pues esta clase de organizaciones armadas tienen un modus operandi más sicarial que militar y salvo que fuera imposible evitarlo, difícilmente se atreverían a combatir con las Farc directamente.
Una cuarta opción podría enfocarse a que el fuego cruzado de las Farc se hubiera producido con guerrilleros del Eln, que también operan en Valle, Cauca o Nariño, que son los departamentos en donde se presume estaba el campamento en donde tenían a los diputados secuestrados.
No hay que olvidar que el Eln y las Farc mantienen fuertes combates en varias zonas del país e incluso semanas atrás circuló la fallida versión de que el secuestrado senador nariñense Luis Eladio Pérez habría sido liberado en medio de un enfrentamiento entre ambos grupos subversivos en selvas del Putumayo.
Incluso, las propias Farc denunciaron meses atrás que el Eln se había aliado en algunos departamentos con el Ejército y los ‘paras’ para atacarlas.
Otra hipótesis sobre el “grupo armado sin identificar”, según se deriva del comunicado de las Farc publicado ayer en la página www.resistencia.org (también al servicio de la guerrilla) – en el que se reproduce el expedido por el “Comando Conjunto de Occidente” – apuntaría a que “mercenarios extranjeros” habrían podido perpetrar el presunto ataque al campamento, con la misión de rescatar a los plagiados, a cambio de una millonaria recompensa.
Error ‘interno’
También se especulaba ayer sobre otros dos posibles escenarios circunstancias que habrían precipitado el asesinato de los diputados.
De un lado, que algunos de los guerrilleros que custodiaban a los dirigentes cautivos les habrían dado muerte en retaliación por el abatimiento, por parte de tropas de la Infantería de Marina y el Ejército, del cabecilla del frente urbano ‘Manuel Cepeda’ de las Farc, Milton Sierra Gómez, alias ‘JJ’, quien estaba sindicado, entre otros delitos, de haber sido uno de los subversivos que organizó el operativo de plagio de los diputados en abril de 2002. Incluso, la ola de atentados en Buenaventura es atribuida por el Gobierno a la misma situación vindicativa.
Por otra parte, en Cali circulaban ayer versiones en torno a que el asesinato de los diputados se produjo cuando algunos de los guerrilleros que los custodiaban detectaron la presencia de tropas del Ejército que cruzaban por la zona montañosa y creyendo que era inminente un operativo de rescate procedieron a ultimar a los cautivos, cumpliendo las órdenes de la cúpula subversiva de preferir la muerte de los plagiados a que éstos fueran liberados sanos y salvos por las tropas oficiales.
La duda aquí también es obvia ¿si había presencia de tropas del Ejército en la zona, por qué estas no escucharon las ráfagas de fusil – propias del “fuego cruzado” que alegan las Farc- con las que fueron asesinados los diputados?
Esto explicaría, según algunos analistas, el por qué de la demora de la insurgencia para informar sobre la tragedia. Lo anterior porque el comunicado del “Comando Conjunto de Occidente” está fechado apenas el sábado 23 de junio, pese a que la tragedia ocurrió el lunes 18.
Además, el comunicado sólo fue subido a una de las páginas web de la guerrilla, en la madrugada de ayer (día 28), es decir 10 días después de los asesinatos. Es de resaltar, que la guerrilla no habla de bajas en sus tropas ni en las ‘enemigas’ y evita señalar en qué lugar se produjeron los hechos, pese a que 10 días después de sucedidos, los subversivos ya habrían podido huir de la misma.
También causa extrañeza que la noticia haya sido oficializada a través del “Comando Conjunto de Occidente” – al mando de ‘Alfonso Cano’ y ‘Pablo Catatumbo’ - y no por intermedio del propio Secretariado de las Farc, que se supone debió haberse puesto al frente de una situación tan delicada y de tantas implicaciones nacionales e internacionales.
Esas circunstancias, podrían llevar a pensar que las Farc tuvieron que pensar bastante para buscar ‘tapar’ el hecho de que los asesinatos de los diputados fueron cometidos de manera inconsulta, sin que hubiera de por medio combate o como producto de un error de cálculo. En otras palabras, de un inaceptable y cruento error interno.
El vacío militar
Más allá de cuál hipótesis tenga más piso o se pueda acercar de mejor forma a lo que en verdad ocurrió, lo cierto es que la posición de las Fuerzas Militares en toda esta tragedia genera mucha incertidumbre.
Sí, el comunicado expedido ayer a primera hora por el comandante general de las FF.MM., general Freddy Padilla de León, es concluyente en torno a que no fueron las tropas estatales las que perpetraron el ataque al que aluden las Farc y en el marco del cual murieron los diputados.
“Inteligencia militar no ha tenido conocimiento alguno sobre la exacta ubicación del lugar de cautiverio de los diputados del Valle secuestrados por las Farc; por lo tanto, no se ha ordenado adelantar operaciones militares de rescate.
De haber tenido conocimiento el comandante general de las Fuerzas Militares de una operación de tal envergadura, se le hubiese comunicado con la debida antelación, de acuerdo con las instrucciones, al Ministro de Defensa y al Presidente de la República”, indicó Padilla de León.
Pero de inmediato surge otra pregunta ¿Si llegara a ser cierta la versión de las Farc en torno a que un “grupo armado sin identificar” atacó un campamento subversivo, cómo se explicaría que tal hecho hubiera sucedido sin que la Fuerza Pública se percatara de ello y no detectara los movimientos de tropas y armas ilegales en departamentos que como Valle y Cauca se encuentran altamente militarizados?
Como se ve, lo único claro en todo lo que se reveló ayer es que hay 11 personas asesinadas de manera infame y cruel, pero ni Gobierno o Farc aceptan la responsabilidad en el grave hecho.