Bolívar, padre de la unidad latinoamericana
El Libertador es también un símbolo de la revolución y de los oprimidos de nuestra América
Por Camilo Raigozo
Pese a su arrolladora personalidad, genio político, y sus victorias militares, paradójicamente, no fue su pensamiento el que terminó por imponerse, ni su sueño el que se hizo realidad, sino el de sus enemigos políticos, un reducido pero poderoso grupo, representante de los intereses más retardatarios de la sociedad.
Pese a su arrolladora personalidad, genio político, y sus victorias militares, paradójicamente, no fue su pensamiento el que terminó por imponerse, ni su sueño el que se hizo realidad, sino el de sus enemigos políticos, un reducido pero poderoso grupo, representante de los intereses más retardatarios de la sociedad.
Una correlación de fuerzas adversas impidió que los revolucionarios de la época, a cuya cabeza estaba Bolívar, ocuparan el poder de manera definitiva para ponerlo al servicio del pueblo.
Aunque fue él quien vislumbró por primera vez la necesidad de unidad de América Latina para su verdadera independencia futura y delineó proyectos concretos para transformar la sociedad mediante la alianza de los elementos más progresistas de la burguesía incipiente con los sectores más humildes y explotados hacia la construcción de un sistema social más avanzado, equitativo y justo, fueron sus enemigos, los que hoy son opresores y arrogantes con sus pueblos, pero sumisos y cobardes con el imperio de los Estados Unidos, los que se perpetuaron en el poder manteniendo para ello la dispersión de nuestra América.
El gran proyecto de Bolívar fue la transformación de la lucha anticolonialista por la independencia en un régimen revolucionario que asumiera los profundos cambios democráticos, por el camino del progreso de la situación material y social de las masas populares. En el fondo de la gran frustración histórica Latinoamericana sigue trunco este proyecto. "Lo que Bolívar dejó sin hacer, sin hacer está hasta hoy.
Porque Bolívar tiene qué hacer en América todavía", escribió sabiamente José Martí. Culminar la obra bolivariana es la tarea de los nuevos hijos revolucionarios de la América.
El discurso del general ante el Congreso de Angostura, escrito bajo las más difíciles circunstancias, asediado por las plagas y padeciendo fiebres palúdicas mientras navegaba por el Orinoco, después de la agotadora campaña junto a Páez, y sus míticos Centauros del Llano, es la más importante pieza política de cuantas escribiera su pluma iluminada (todo colombiano debería leer este documento), pues es allí, donde mejor se expone el pensamiento bolivariano.
El gran proyecto de Bolívar fue la transformación de la lucha anticolonialista por la independencia en un régimen revolucionario que asumiera los profundos cambios democráticos, por el camino del progreso de la situación material y social de las masas populares. En el fondo de la gran frustración histórica Latinoamericana sigue trunco este proyecto. "Lo que Bolívar dejó sin hacer, sin hacer está hasta hoy.
Porque Bolívar tiene qué hacer en América todavía", escribió sabiamente José Martí. Culminar la obra bolivariana es la tarea de los nuevos hijos revolucionarios de la América.
El discurso del general ante el Congreso de Angostura, escrito bajo las más difíciles circunstancias, asediado por las plagas y padeciendo fiebres palúdicas mientras navegaba por el Orinoco, después de la agotadora campaña junto a Páez, y sus míticos Centauros del Llano, es la más importante pieza política de cuantas escribiera su pluma iluminada (todo colombiano debería leer este documento), pues es allí, donde mejor se expone el pensamiento bolivariano.
En resumen, se puede afirmar que la gran lucha emancipadora encabezada por nuestro libertador Simón Bolívar terminó por ser, primero una revolución inconclusa y más tarde una revolución traicionada por una clase dirigente que no sólo no vaciló en arriar todas la banderas sociales que inspiraron ese formidable esfuerzo revolucionario, sino que terminó traicionando o asesinando a los mejores hijos de América, para dar paso en el poder a una cúpula dominante, egoísta y mezquina que se formó en las peores hazañas, en innumerables traiciones y deslealtades, y aberrantes conductas sociales retardatarias.