Del “enemigo interno” a los “guerrilleros agazapados”
Por Juan Cendales
Ante el informe de Amnistía Internacional que señala que en Colombia se sigue asesinando a los dirigentes sindicales el ministro de relaciones exteriores de Uribe, Álvaro Araujo, reaccionó en forma miserable y bellaca en una entrevista a una cadena radial colombiana.
Según el ministro, el año pasado habían sido asesinados en Colombia solo nueve sindicalistas pero lo habían sido uno por robo, otro por una deuda, otro en una riña pasional y los otros por hechos similares. Igualmente señaló que el gobierno había reconocido un incremento en el número de sindicalistas asesinados pero que ello se debía a la confrontación entre las FARC y el ELN.
Declaraciones similares expresó el ministro del Interior, Carlos Holguín, mostrando que negar los asesinatos o atribuirlo a hechos delictivos es la táctica oficial para responder a los señalamientos internacionales.
AI señaló en su informe que más de 2000 sindicalistas colombianos fueron asesinados entre los años 1991 y 2006.
La guerra sucia y el exterminio de sindicalistas, opositores y militantes del movimiento popular que suma más de 20.000 muertos y desparecidos en los últimos 25 años se incrementó cuando desde el Ministerio de defensa el General Landazábal Reyes en aplicación de la Teoría norteamericana de la Seguridad Nacional y del “enemigo interno” expresó qué “si la guerrilla se movía entre el pueblo como el pez en el agua . . . había que quitarle el agua al pez".
A partir de este momento el terrorismo de Estado alcanzó niveles impensables. Se inició el Genocidio Político contra la Unión Patriótica y la liquidación del movimiento sindical.
Los crímenes del terrorismo de estado produjeron sus efectos. Entre 1987 y 1995 descendió el nivel de huelgas, marchas y movilizaciones casi a cero. La oposición fue sacada a tiros del escenario político. Otros fueron cooptados a supuestas modernas políticas de gobernabilidad y conciliación. Habían allanado el camino para implementar a fondo la privatización de toda la economía pública.
Pero el movimiento sindical no fue derrotado totalmente y en 1995 empiezan a darse las movilizaciones y los paros en un proceso de ascenso importante. Los asesinatos no se detienen pero el movimiento popular en medio de duros debates intenta salir de la crisis. En los dos últimos años las movilizaciones se disparan y surge el proceso unitario del Polo Democrático Alternativo.
Uribe está en el poder. Es el encargado de profundizar el modelo neoliberal. Surge la Seguridad Democrática y la legalización del paramilitarismo para convertirlo en una fuerza política y en elemento de choque en las ciudades. Y de control.
Pero encuentra una gran resistencia. Entonces, como Landazábal en el pasado, Uribe habla ahora de los “comunistas agazapados”, de los “terroristas vestidos de civil” y se vuelven a incrementar la persecución, las amenazas y los atentados. Los crímenes contra los sindicalistas se coordinan entre los paramilitares y Noguera el Jefe de la policía secreta (DAS) quien es y sigue siendo un consentido y protegido del presidente.
Y cuando menos lo esperaban el mundo pide cuentas por la persecución a los sindicalistas. Bajo este argumento se enreda el TLC en los Estados Unidos, Amnistía produce un nuevo informe escalofriante y demoledor y el delegado de las Naciones Unidas expresa que pedirán ayuda a este organismo internacional para investigar plenamente las denuncias.
La furia de Uribe y del alto gobierno es inimaginable. El mundo no solo no le cree la versión sobre la muerte por simple fusilamiento de los once diputados y propone para investigar los hechos una Comisión de Encuesta, que es reconocer la existencia de un conflicto que Uribe se niega a admitir, sino que ahora también propone una Comisión para investigar la persecución y el asesinato de los sindicalistas.
En este escenario el Encuentro nacional de Victimas pertenecientes a organizaciones sociales y populares a realizarse este fin de mes en Bogotá adquiere una importancia extraordinaria en el camino de la lucha por la verdad, la Justicia y la Reparación y para que cese de inmediato la persecución y los asesinatos.