jueves, agosto 02, 2007

“Colombia hoy ha dicho sí al acuerdo humanitario”: Gustavo Moncayo
En la Plaza de Bolívar el profesor criticó a la sociedad colombiana y al Presidente por su indiferencia frente al acuerdo humanitario y afirmó también que el Gobierno invierte mucho más en la guerra que en educación. Aquí crónica gráfica

Por Camilo Raigozo. VOZ

Después de recorrer a pie más de 900 kilómetros que son los que separan a su pueblo natal, Sandoná, en el departamento de Nariño y la Plaza de Bolívar en la ciudad de Bogotá, en un tiempo de 46 días, el profesor Gustavo Moncayo fue recibido por decenas de miles de personas que se volcaron a saludarlo y a ofrecerle su respaldo, a medida que avanzaba hacia la meta por las vías capitalinas.

El drama para la familia Moncayo empezó en diciembre de 1997, cuando en medio del conflicto económico, político, social y armado que padece Colombia, la insurgencia de las Farc atacaron la base militar de Patascoy, en Nariño, e hicieron prisioneros de guerra a varios militares, entre ellos al cabo Pablo Emilio Moncayo, hijo del profesor, a quién por su travesía ahora se le conoce como “El caminante de la paz”.

A Pablo Emilio Moncayo le hacen falta solo cinco meses para completar 10 años como prisionero de guerra en poder de la guerrilla. De echo, es junto con un compañero suyo las dos personas que más tiempo llevan en manos de la insurgencia.

“El caminante de la paz” quién es profesor de ciencias sociales en su departamento, dijo desde la tarima arreglada por la alcaldía de Luis Eduardo Garzón en la Plaza de Bolívar para su recibimiento, que “nadie ha hecho nada por los secuestrados, mientras ellos se están pudriendo en la selva”. Agregó que no es admisible que esto pueda seguir ocurriendo.

Moncayo les recordó a las decenas de miles de personas que lo escuchaban con vítores y aplausos, que había emprendido es marcha en compañía de su hija Yuri Tatiana tras haber reflexionado sobre las acciones que a favor de la liberación de sus seres queridos han dejado de hacer tanto las familias de estos, como el mismo Gobierno y la sociedad colombiana. “Viva el acuerdo humanitario”, gritó varias veces el profesor en su discurso que duró hora y cuarto aproximadamente.

En la improvisada tarima lo acompañaron Yolanda Pulecio, madre de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, Clara González, madre de Clara Rojas y varios familiares de otros retenidos y también de desaparecidos por las fuerzas oscuras del Estado, quienes portaban carteles con la fotografía se sus familiares.

“También tenemos culpa nosotros ante el secuestro, también hemos sido indiferentes, también los hemos dejado solos, porque nos ha faltado berraquera para decir acá están nuestros hijos y vamos a luchar por ellos”, dijo el “Caminante de la paz” en otro aparte de su discurso, luego de considerar que “con esta manifestación de respaldo, Colombia hoy ha dicho sí al acuerdo humanitario”.

“Vemos, como poco a poco vamos venciendo uno de los temores más grandes. El paradigma que se nos plantea a los colombianos, el terror de las fuerzas oscuras que han querido acallar las voces de muchos colombianos, vengan de donde vengan; de los ‘paras’, del Gobierno o de las Farc. Nos han acallado y nosotros tenemos miedo a levantar nuestras voces”, dijo el profesor.

Continuó el discurso afirmando que, “hemos sido muy cobardes porque hemos salido a unas marchas donde nos colocan por un carril y entonces viene el parte del Presidente: miren a esos tres piches profesores marchando, cuando sabemos que son miles y miles las personas que marchamos. Eso es triste”.

“Con mi hija Yurí, que fue la primera que me acompañó, decidimos desafiar todo, especialmente la indiferencia del pueblo colombiano. Yo le decía a mi hija, nosotros vamos a ir tocando puerta a puerta en cada ciudad para que nos colaboren con una firma por el acuerdo humanitario”.

El profesor le contó a la muchedumbre que lo escuchaba con atención en medio de las arengas a favor del “acuerdo humanitario con despeje ya”, que cuando tuvo que visitar un hospital por sus laceraciones en los pies, le tocó pernoctar sobre una “camilla” a la que los resortes de la colchoneta se le salían por todos los lados causándole más maltrato del que ya tenía. Cuando concurrieron los medios, la enfermera quiso tapar por pena los alambres de la colchoneta. El profesor lo impidió diciéndole “no hay que taparlos, esa es nuestra miseria”.

También contó el “Caminante por la paz” que en su camino, le habían salido dos niños a su encuentro para saludarlo y desearle la pronta liberación de su hijo. Cuando él los miró, vio que en vez de calzado tenían barro en sus pies. Una señora le cometo que eran niños trabajadores y que tenían ocho y nueve años.

Según le contaron los niños, ellos trabajan el barro y cuando el patrón esta bien, les paga 2.500 pesos el día, y cuando está mal 2.000 pesos. “¿Es justo que los niños estén trabajando y no en la escuela?”, se preguntó el profesor.

Luego puso el ejemplo de casos que él conoce, en que varios profesores son profesionales en distintas áreas, pero están desempleados. Fueron razones por las que el profesor Moncayo instó al Presidente a dejar de invertir tanta plata en la guerra y a dedicar esas cuantiosas sumas a la educación y a la salud.

Ya para finalizar su discurso, advirtió que su lucha apenas comienza en busca de la libertad de los secuestrados. Dijo que establecerá su residencia en la Plaza de Bolívar hasta que el Gobierno y las Farc decidan llevar a cabo el intercambio humanitario.

En su primera noche en la capital, “El caminante de la paz” se reunió con los representantes de la Iglesia Católica y con 19 embajadores en Colombia. Al otro día hablaría con el presidente Uribe, de la que les contaremos en la siguiente entrega.


 
  • prensa@notimundo.in

  • Siga las noticias internacionales en RT




    Publicidad
    Paute aquí
    Contáctenos


    Zona comercial

  • "
  •