¿El ejecutivo se somete a otro desgaste innecesario?
Permanencia de Zuluaga genera divisiones en el Gobierno
En algunos círculos oficialistas se considera –en privado- que el ministro de Hacienda debería dejar el cargo y defenderse desde afuera de los señalamientos de presuntos nexos con ‘paras’, evitando así que el Jefe de Estado tenga que exponerse a más situaciones incómodas
El Nuevo Siglo¿CERO Y van tres? Esa es la pregunta que algunos dirigentes políticos muy cercanos al Jefe de Estado se hacen en torno a la decisión presidencial de respaldar la permanencia en el gabinete del ministro de Hacienda, Óscar Iván Zuluaga, contra quien cada vez hay más versiones sobre presuntos contactos con grupos paramilitares durante la campaña al Congreso en 2002 e incluso durante su ejercicio legislativo.
El funcionario, clave para la creación del partido de la U y considerado como uno de los que le ‘habla al oído’ a Uribe Vélez, está en el ojo del huracán desde el comienzo del año.
Primero fue un informe de la corporación Arcoiris, que al hacer un estudio sobre las zonas de influencia de los paramilitares, señaló que uno de los municipios en donde se presentó ese fenómeno fue La Dorada (Caldas), en donde Zuluaga logró una importante votación en marzo de 2002, cuando salió electo al Senado. El zar de las finanzas negó de inmediato haber tenido nexos con ‘paras’.
Igual lo hizo cuando semanas después apareció una foto suya en una reunión política en 2003 en La Dorada, en donde aparece al lado de Maribel Galvis, candidata al Concejo municipal, quien después terminó siendo una desmovilizada paramilitar.
Luego el Polo Democrático reveló un video grabado en 2001 en donde el jefe paramilitar (hoy desmovilizado) ‘Ernesto Báez’ invita a dirigentes de Barrancabermeja a votar por los entonces candidatos al Senado, Carlos Arturo Clavijo y Carlos Higuera. El primero salió electo, el segundo no.
La fórmula a la Cámara de Clavijo en Antioquia fue Rocío Arias, hoy investigada por la Fiscalía por parapolítica.
Según el Polo, Clavijo y Arias fueron elegidos por el partido Movimiento Convergencia Popular Cívica, el mismo que avaló a Zuluaga en la campaña al Senado en 2002.
De nuevo, el Ministro negó tener cualquier nexo con autodefensas.
Se creía que la situación tendía a calmarse, pero no: hace dos semanas la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia abrió investigación preliminar, en el marco del proceso por la parapolítica, a la senadora Adriana Gutiérrez, quien fuera, en 2002, la fórmula de Zuluaga a la Cámara de Representantes en Caldas.
Obviamente el que la congresista que ‘heredó’ la curul en el Senado del hoy ministro de Hacienda sea investigada por presuntos nexos con ‘paras’, dirigió de nuevo las miradas contra Zuluaga, quien, otra vez, salió en defensa de su transparencia y la de la parlamentaria.
Como si fuera poco, en la última edición de la revista Semana se revela que en 2005 hubo un cruce de correos electrónicos entre el computador de la oficina en el Congreso de Zuluaga, en sus tiempos de senador, y el propio ‘Báez’.
Copia de esos correos electrónicos fue entregada por organismos de inteligencia a la Sala Penal. En uno de ellos se evidencia que Zuluaga enviaba información a ‘Báez’ sobre el trámite de proyectos de ley, en tanto que el ex jefe ‘para’ le respondía elogiando el trabajo legislativo del dirigente caldense.
Al reaccionar a estas noticias, el Ministro pidió a la Corte y a la Fiscalía que lo investiguen. Luego sostuvo una reunión con el presidente Uribe en la que éste le renovó su confianza, razón por la cual Zuluaga dijo que no tiene pensado renunciar.
Según conoció EL NUEVO SIGLO en altas esferas gubernamentales, ese espaldarazo presidencial generó preocupación en algunos círculos uribistas que consideran que Zuluaga somete al Ejecutivo y al propio Jefe de Estado a un desgaste innecesario, ya que ahora el Mandatario tendrá que responder preguntas incómodas sobre los señalamientos a su ministro de Hacienda, tal y como lo hizo cuando se jugó a fondo por la trayectoria del ex director del DAS, Jorge Noguera, quien al final de cuentas terminó preso y con serias acusaciones de nexos con autodefensas.
Y como también lo hizo cuando defendió a capa y espada la permanencia en el gabinete de la canciller María Consuelo Araújo, pese a que el hermano y el padre de la funcionaria terminaron con órdenes de captura por parapolítica y hasta por secuestro. Otro primo suyo, el gobernador de Cesar, también fue encarcelado por parapolítica.
En los casos de Noguera y Araújo, el Presidente se jugó a fondo y, al final, el peso de las pruebas judiciales terminaron por evidenciar que no había lugar a semejante desgaste y que lo mejor era que los funcionarios hubieran renunciado de inmediato y asumido su defensa desde afuera del Gobierno, más aún si alegaban inocencia ante las acusaciones. ¿No debería hacer lo propio Zuluaga? ¿Mide el Ministro el golpe a la imagen del Ejecutivo y de su cartera que implican las acusaciones en su contra? ¿Qué tanto margen de acción y credibilidad le restarán, a nivel local y externo, al zar de las finanzas las sospechas que giran a su alrededor?